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Incidencia familiar de los trastornos del lenguaje


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   18      24      3      46      78      Aram      Buckwalter      evolutivos      genéticos      Neils      Stromswold      Tomblin   
Si los trastornos del lenguaje tuvieran una base hereditaria, su incidencia debería ser mayor entre los familiares de un individuo que padece el trastorno (sujeto probando), que entre los familiares de un individuo que no lo padece (sujeto de control). Es decir, más sujetos probando que sujetos de control deberían tener una historia familiar positiva del trastorno.

(1998) revisó estudios familiares sobre el trastorno específico del lenguaje. Éste es un trastorno evolutivo que se manifiesta por problemas graves de expresión y comprensión del lenguaje, no asociados a pérdida auditiva, retraso mental o trastorno emocional. Del total de estudios, siete incluían sujetos de control además de los sujetos probando; en todos ellos se constató que la historia familiar positiva era mayor en los sujetos probando que en los controles. La incidencia familiar en los que padecían el trastorno oscilaba entre el y el %, mientras que en los controles era entre y %.

Los resultados de éstos y otros trabajos indican que, aunque los trastornos del lenguaje son un conjunto heterogéneo, algunos factores podrían desempeñar un papel significativo en muchos de ellos.

Hay que señalar que en los trabajos de este tipo se debe tener cuidado a la hora de interpretar los datos. Es posible que un niño que convive con un padre o un hermano con el lenguaje seriamente deteriorado, tenga más probabilidades de desarrollar él mismo un lenguaje alterado por influencia ambiental. En este caso sería el resultado de la mera exposición a un patrón lingüístico anormal y no de una predisposición genética. Es lo que se conoce como la hipótesis del entorno lingüístico desviado. Sin embargo, esta hipótesis establece una serie de predicciones que no han sido confirmadas por los datos. Una de ellas es que los niños con las alteraciones más graves deberían proceder de familias cuyos miembros también padecieran trastornos muy graves del lenguaje, pero parece que no ocurre así. Otra es que el tipo de déficit mostrado por el niño debería parecerse al déficit lingüístico del padre o hermano afectado, pero tampoco los datos apoyan este supuesto ( y , 1986). En nuestra sociedad, son las madres, más que los padres, quienes interaccionan con los bebés e influyen en su desarrollo lingüístico inicial; según la hipótesis del entorno lingüístico desviado, un niño con una madre afectada tendría más probabilidades de desarrollar una alteración lingüística que un niño con el padre afectado, pero esto tampoco sucede ( y , 1994).