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Recuadro 11.2. Fóvea dividida

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   última      cuerpo calloso      derecho      fóvea      fóvea dividida      final      inicio      izquierdo      primera      proyección bilateral      retina   
Nuestro campo visual se divide en mitades simétricas: la mitad izquierda se proyecta en el hemisferio , y la mitad derecha, en el hemisferio . De esta manera, dependiendo de dónde se encuentren situados los estímulos que aparecen en nuestro campo visual, serán proyectados sobre uno u otro hemisferio. No obstante, las informaciones de ambos hemisferios se conectan rápidamente entre sí a través del cuerpo calloso. Esto significa que cuando vemos un objeto o una escena, la mitad izquierda será analizada por el hemisferio derecho, y la mitad derecha por el hemisferio izquierdo, y luego el cerebro tendrá que unir ambas mitades para formar la representación total del objeto. Lo mismo sucederá cuando vemos una palabra (p . ej. , fijación), pues si colocamos el punto de fijación en el centro, la mitad izquierda ("fija") se proyectará en el hemisferio derecho y la otra mitad ("ción") en el izquierdo "fijación".

Hasta hace poco se pensaba que esta división sólo se producía en la periferia de los campos visuales y que no afectaba a la , la zona central de la y de máxima agudeza visual. Según la teoría clásica de , los estímulos que caen en la zona de la fóvea se proyectan simultáneamente sobre ambos hemisferios. Por lo tanto, las palabras se proyectarían de forma completa sobre ambos hemisferios, evitando así esa división.

En los últimos años, sin embargo, se han publicado diversos estudios empíricos que parecen demostrar que también en la fóvea se produce esa división en los dos campos visuales. Esta nueva teoría, denominada , sostiene que los estímulos que se proyectan en la fóvea van divididos hacia el hemisferio correspondiente (Shillcock y Monaghan,2001). En consecuencia, cuando leemos una palabra, las letras que aparecen a la izquierda del punto de fijación se proyectarán sobre el hemisferio de recho, y las letras que aparecen a la derecha de dicho punto lo harán sobre el hemisferio izquierdo. Posteriormente, la información fluye por el cuerpo calloso para unir las dos mitades en una sola palabra. Algunos autores sostienen que la transferencia entre los dos hemisferios se produce en ambas direcciones, de manera que ambos hemisferios consiguen la representación completa de la palabra. Otros, en cambio, sostienen que la transferencia es asimétrica y que va sólo del hemisferio derecho al hemisferio izquierdo, que es el hemisferio del lenguaje y donde se realiza el procesamiento de las palabras.

También es posible que en cada fijación se proyecte suficiente información de la palabra en el hemisferio izquierdo como para que éste pueda procesarla directamente. Como se describió al hablar de los movimientos oculares, en cada salto sacádico los ojos suelen aterrizar en el de la palabra, es decir, el punto de fijación se sitúa en las primeras letras de la palabra. Esto significa que la mayor parte de las letras de la palabra quedan a la derecha del punto de fijación y que , por lo tanto, se proyectan sobre el hemisferio izquierdo, el cual con esas letras podría tener suficiente información para procesar la palabra sin tener que esperar a la información que llega del hemisferio derecho a través del .

Obviamente, esto sucede con las personas -que son la mayoría- cuyo lenguaje depende del hemisferio izquierdo. Pero ¿qué ocurre con ese pequeño porcentaje de personas en las que es el hemisferio derecho el responsable del lenguaje? En este caso, lo lógico sería que tratasen de colocar el punto de fijación al de las palabras para que la mayor parte de las letras quedasen a la izquierda del punto de fijación y fuesen, por consiguiente, proyectadas sobre el hemisferio derecho. Hunte, Brysbaert y Knecht (2007) comprobaron que así sucedía. Seleccionaron a dos grupos de individuos, uno con lateralización del lenguaje en el hemisferio izquierdo y otro en el derecho . Para comprobar la lateralización medían la activación cerebral de los participantes mediante resonancia magnética funcional (RMf) mientras realizaban tareas lingüísticas. Después presentaban palabras de cuatro letras para que los sujetos las leyesen en voz alta lo más rápido posible. Las palabras eran presentadas de manera que el punto de fijación podía caer sobre cada una de las letras. Comprobaron que los individuos cuyo lenguaje dependía del hemisferio izquierdo eran más rápidos en nombrar la palabra cuando el punto de fijación caía sobre la letra y, por lo tanto, el resto de la palabra se proyectaba sobre el hemisferio izquierdo, mientras que los participantes cuyo lenguaje dependía del hemisferio derecho eran más rápidos cuando el punto de fijación caía sobre la letra.